"Los griegos encontraron nuevas oportunidades en los reinos macedónicos que les compensaron por su pérdida de poder e influencia en el Egeo. Durante más de un siglo tras la muerte de Alejandro, los griegos emigraron a las ciudades que éste y sus sucesores fundaron. Por primera vez, los viajeros confiaban en que hablando griego encontrarían hospitalidad casi en cualquier lugar desde el Mediterráneo hasta la India. La más grande de estas ciudades era Alejandría, en Egipto. Alejandría creció hasta alcanzar un tamaño enorme, con una población de cientos de miles de habitantes, y espléndidos edificios públicos e instalaciones desconocidas en las viejas ciudades griegas.

Alejandría fue la primera y la más famosa de las ciudades que fundó Alejandro. También era su sepulcro. Los primeros tres reyes Tolomeos transformaron la ciudad en la vanguardia del mundo helenístico. Una liberal política de inmigración propició una población multiétnica que amalgamaba macedonios, griegos, egipcios y judíos, cuya inquieta comunidad ocupaba un quinto de la superficie de la ciudad. Quizá el símbolo más claro del dinamismo y la originalidad de la Alejandría helenística era su monumento más emblemático, el Faro. Construido por el arquitecto Sostrato de Cnido para Tolomeo II; este faro puede ser considerado como el primer rascacielos. Era una torre poligonal, de más de trescientos pies de altura, coronada por una estatua de Zeus Sóter ('Salvador'), cuya luz, reflectada hacia el mar mediante grandes espejos, guiaba a los barcos hasta Alejandría. Se considera al faro alejandrino como una de las siete maravillas del mundo.

Los Tolomeos hicieron de Alejandría el centro cultural del mundo griego. Al igual que Alejandro Magno, que había llevado en su viaje a artistas e intelectuales, Tolomeo I y sus inmediatos sucesores animaron a los estudiosos y científicos griegos más destacados a emigrar a Egipto. Con la enorme riqueza de Egipto a su disposición, los Tolomeos podían permitirse conceder subsidios a los intelectuales y promover el arte y la ciencia mediante la creación de nuevas instituciones culturales. Su principal fundación cultural fue el centro de investigación conocido como el "Museo" por estar dedicado a las nueve musas, deidades patronas de las artes. Allí los intelectuales más distinguidos, sufragados por pensiones estatales, podían dedicarse a sus estudios en un entorno agradable, que incluía habitaciones, comedores y jardines. Para ayudar a los estudiosos del Museo, Tolomeo I fundo una biblioteca en la que pretendió guardar copias de todos los libros escritos en griego. Se dice que los fondos de la Biblioteca de Alejandría llegaron a albergar centenares de miles de papiros.

La pasión de los Tolomeos por enriquecer la colección de su biblioteca era legendaria. Según una tradición, Tolomeo II ordenó la edición de los Septuaginta, la traducción griega del Antiguo Testamento judío. Al parecer, Tolomeo III robó la copia oficial ateniense de las obras de los tres grandes trágicos, Esquilo, Sófocles y Eurípides. Incluso se cotejaban los libros de los visitantes recién llegados a Egipto y se requisaban si no tenían copia en la biblioteca. Además de esta ambiciosa política de adquisiciones, la biblioteca ofrecía recursos sin precedentes para la investigación científica en cualquier disciplina intelectual. Se esperaba de los estudiosos que se ganaran el sueldo apoyando al régimen. Los médicos y los escritores que recibían estipendio del gobierno trabajaban como doctores y tutores para los miembros de la familia real. También era común entre los estudiosos fijos que celebraran las victorias de la monarquía. El crítico y poeta Calímaco escribió un monumental catálogo en 120 libros de la biblioteca que puso los cimientos de la historia de la literatura griega mientras escribía elegantes poemas en honor de varios miembros de la familia real. Igualmente, el poeta Teócrito no sólo inventó el género de la poesía pastoral que tanto influyó en numerosos escritores del renacimiento europeo, sino que alabó extravagantemente los éxitos de Tolomeo II en sus poemas.

Algunos de los logros más importantes de los intelectuales helenísticos tuvieron lugar en el campo de la crítica literaria y la ciencia aplicada. Sus obras no encontraron paralelo durante el resto de la edad antigua. Calímaco de Cirene, con otros críticos como Zenodoto de Éfeso y Aristarco de Samotracia, fundaron el estudio crítico de la lengua y la literatura griegas y prepararon las ediciones modélicas de Homero y de los otros poetas. Estos textos son los antecesores de los que aún hoy usamos. El matemático Euclides recopiló el resultado de tres siglos de matemáticas griegas en sus "Elementos de geometría", que se han utilizado para enseñar geometría plana hasta principios del siglo XX. El geógrafo Eratóstenes estableció los principios de la cartografía científica y realizó una estimación muy aproximada de la circunferencia de la Tierra basándose en pruebas recogidas por exploradores helenísticos. El físico Ctesibios fue un pionero en el estudio de la balística y en el uso de aire comprimido como fuente de energía, mientras que otros científicos experimentaban con el vapor para mover máquinas sencillas.

La medicina también logró interesantes avances. Los médicos Herófilo de Calcedonia y Erasístrato hicieron descubrimientos fundamentales sobre la anatomía y las funciones de los sistemas nerviosos, óptico, reproductivo y digestivo, diseccionando cadáveres e incluso dedicándose a la vivisección de criminales que el gobierno les proporcionaba para el progreso de la ciencia. El juramento hipocrático, que los médicos hacen aún al obtener su título, fue popularizado durante el periodo helenístico. En el juramento, los médicos prometen respetar a los otros médicos que les han enseñado su arte y a traspasárselo sólo a los hijos de sus maestros y a estudiantes privados. Juran abstenerse de usar su oficio para hacer daño a nadie, abstenerse de practicar el aborto o la eutanasia, y guardar confidencialidad sobre lo que les dicen sus pacientes. No obstante, en la antigüedad los médicos no se graduaban y existían muchas doctrinas médicas y deontológicas en conflicto.

La pervivencia del legado de Alejandro Magno:

A pesar de sus notables logros, los reinos de los sucesores de Alejandro tenían serias debilidades. Una de las mayores era el apoyo limitado que recibían de sus súbditos no griegos. Los sucesores mostraron una clara preferencia por el pueblo y la cultura griega. Y a diferencia de Alejandro, no hicieron esfuerzo alguno por ocultar el hecho de que la raza determinaba el privilegio y que era la griega la que contaba. En Egipto y Asia, la elite dirigente estaba compuesta de macedonios y griegos, que no suponían más del 10% de la población. No es sorprendente que la élite no griega buscara el adquirir la educación que les valdría el reconocimiento como griegos, mientras que los mismos griegos no tenían grandes incentivos para interesarse por los idiomas y las culturas de sus nuevas patrias en Egipto y Asia. Como resultado, las nuevas ciudades griegas, pese a su esplendor, permanecieron como islas de cultura y dominio extranjero en un vasto panorama no griego. Las consecuencias de esta situación sólo se hicieron ver en los siglos II y I a.C., cuando el separatismo y malestar indígenas impidieron a los últimos Tolomeos y Seléucidas resistir con eficacia a sus enemigos romanos y partos. La desaparición de los reinos de los sucesores de Alejandro no marcó, sin embargo, el fin del legado de Alejandro, que encontró un protector inesperado en Roma.

Los romanos no eran extraños a la cultura griega. La influencia griega en Roma data de los más tempranos días de la historia de la ciudad. Ya se había convertido en parte integral de la cultura romana cuando Roma intervino en los asuntos del Oriente helenístico. Para la época en que desaparecieron los últimos reinos macedónicos en Egipto y Asia a finales del siglo I a.C., adquirir una cultura griega era una tradición en la aristocracia romana. El poeta romano Horacio reconoció el hecho cuando escribió: "Grecia cautiva, cautivó a su fiero conquistador, y trajo las artes al rústico Lacio". Como sus predecesores macedonios los romanos hicieron del apoyo a los griegos y la promoción de la cultura griega la clave de su dominio en Egipto y en las otras provincias orientales de su imperio. Al mismo tiempo los romanos fomentaron la expansión de su propia cultura, muy influida por la griega, en el norte de África y en sus provincias europeas.

El resultado fue un renacimiento de la cultura griega en los primeros siglos de la era cristiana. La ciencia y la filosofía florecieron. Las obras de Galeno y Claudio Tolomeo siguieron siendo fundamentales en la medicina y en las matemáticas durante más de un milenio. El filósofo romano Plotino creó el último gran sistema filosófico de la antigüedad, un misticismo filosófico basado libremente en Platón que influyó tanto al cristianismo como al islam. El mecenazgo romano aumentó el valor de la educación y la cultura griegas, mientras que simultáneamente socavaba las antiguas culturas de Egipto y Oriente Próximo. El proceso conllevó a menudo tensiones y conflictos. Algunos pueblos, como los judíos, resistieron la asimilación violentamente, mientras que otros encontraron en la nueva iglesia cristiana oportunidades para satisfacer sus aspiraciones culturales. No obstante, al final de la edad antigua la vida intelectual de Egipto y Oriente Próximo estaba dominada por una forma cosmopolita de cultura griega. Esta cultura se basaba en el canon de la literatura griega que definieron los críticos de la Alejandría helenísticas y de otras ciudades de los reinos macedónicos de Egipto y Asia. De este modo, el legado de Alejandro sobrevivió para influir a las civilizaciones medievales lideradas tanto por el Imperio bizantino como por el islam, y a través de ellas, a las culturas del occidente europeo y América". (Fuente: Enc. Encarta 2001)