OCTUBRE 1997

FRANZ HINKELAMMERT

El mundo de la globalización es ingobernable

Lo que no me puedo explicar es por qué hay una capacidad tan grande de destruir sociedades, culturas, seres humanos, naturaleza, comenta Franz Hinkelammert, integrante del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI), al exponer sus puntos de vista sobre el neoliberalismo y la globalización.


Osvaldo León

-Usted ha señalado que el desgaste del térmico "neoliberalismo" habría dado paso al de "globalización" y que debido al desgaste de éste se estaría imponiendo el de "mundialización". ¿Nos podría precisar este señalamiento?

-En sus orígenes el neoliberalismo es una escuela de pensamiento, no es una política, aunque aconseja políticas, es la escuela de pensamiento de Chicago, de la cual Freedman y Hayeck fueron sus principales representantes. Desde Chile se transformó el neoliberalismo en nombre de una determinada política económica, porque los chilenos que llevan a cabo esta política son "Chicago boys"; esto es, están relacionados con las enseñanzas de la escuela neoliberal de Chicago. Así aparece en América Latina esta política que se llama neoliberal, que en rigor no coincide nítidamente con lo que enseña la escuela de Chicago. En todo caso, cuando se formalizó esta política se lo hizo como ajuste estructural, pero el modelo era el neoliberalismo. Así entró en el idioma y los propios partidarios del ajuste estructural se llamaron luego neoliberales, aunque no necesariamente venían de Chicago. Mas no cabe duda que ajuste estructural y neoliberalismo se identifican. Entonces, la crítica u oposición al ajuste estructural se transformó en crítica al neoliberalismo. Esto hizo que los partidarios del ajuste estructural se demarquen de la palabra neoliberal, señalando que neoliberalismo es lo que se enseña en Chicago y que ellos no podían aplicarlo. Y es cuando dijeron somos liberales no neoliberales. Luego vino la palabra "globalización": una globalización real y una ideología de la globalización.

-En medio de esta disputa de palabras, ¿cuál es el sentido que le asigna a la globalización?

-Yo uso ahora eso de la globalización en el sentido de las amenazas globales que aparecen, pero yo siempre insinúo la palabra "totalización" en cuanto a lo que ellos llaman globalización, porque es la totalización de los mercados: totalización frente a la globalización. Pero eso hago yo y tengo todo el derecho de hacerlo, sobre todo en un tiempo en el cual ellos abandonan la palabra globalización para darle otro sentido, ya que ahora hablan de mundialización, pero la mundialización también es totalización.

-¿Y cuáles son esas amenazas globales?

-La amenaza global que empieza con la bomba atómica, que sigue con la crisis del medio ambiente y luego con el surgimiento de la tecnología genética, que es completamente nueva, y además está la amenaza que implica la exclusión de la población que también es una amenaza global que repercute sobre el sistema. Estas son amenazas efectivamente globales.

-¿Ahí no incluiría el hecho de que también a nivel global hay una imposición de los tecnócratas de la economía por encima de los poderes políticos?

-Desde luego, pero ello está vinculado a la totalización de los mercados. Estos tecnócratas que ahora globalmente imponen el mercado -este espacio como mercado total- entran en conflicto con las amenazas globales, que precisamente aumentan en el grado en que se totalizan los mercados. En ese sentido, globalizando los mercados las amenazas globales van en aumento y en la medida en que van en aumento hay crisis, pero no es una crisis de los mercados, hay crisis de todo tipo, de población, de la naturaleza, etc. Esta crisis no se refleja en la economía -a la economía le va mejor cuando mayor la crisis- en el sentido de capitales que se acumulan, esto es lo que se llama economía, porque los obreros no son parte de la economía ni de la riqueza, aunque trabajen para ella. Entonces, totalizar el mercado significa totalizar instituciones, pues hay que aplicar nada más que criterios principialistas. Un criterio principialista que me dice: comercio libre, libertad para el capital -especulativo o no-, privatización de los sectores productivos del Estado, transformación del Estado en una máquina para pagar incentivos, para pagar subvenciones al capital. Todo esto en su conjunto es concebido como técnica, y cuando tengo que aplicar nada más que principios yo no tengo que hacer política, tengo que imponer... y si la gente no quiere, tengo que disparar, y ahí resulta lógico la dictadura de la seguridad nacional que estuvo en los inicios de esta política en América Latina y en casi todos los países. El político se transforma, entonces, en aquella persona más apta para imponer lo que hay que imponer y que es dictado por una tecnocracia. Se dice tecnocracia pero en realidad son gigantescas burocracias: el FMI, Banco Mundial, son burocracias estatales, no son privadas, pero operan como respaldo a la economía privada. Las decisiones claves son de Estados Unidos y el gobierno de Estados Unidos las toma. Pero estas burocracias estatales son las que imponen la política de ajuste estructural, y lo hace en nombre de una tecnocracia también estatal. Ahí hay toda una imposición de un modelo de acumulación, eso sí a nivel mundial, pero este modelo de acumulación no toma en cuenta la globalidad de la tierra.

-¿Cómo caracteriza a este modelo de acumulación?

-Es el hecho de que la acumulación mundial está en manos de las grandes empresas multinacionales y los estados funcionan como entidades de apoyo para el funcionamiento de una economía basada en lo que sería ahora ajuste estructural. Si se analiza todos sus componentes, esas son las condiciones de funcionamiento de la empresa multinacional: movilidad absoluta del capital; libre comercio, básico para que haya la disponibilidad de la tierra en función de la empresa que dispone mundialmente; que el Estado esté al servicio de la empresa multinacional, inclusive para financiarla, por lo tanto quedan privatizadas todas las otras funciones del Estado en beneficio de la empresa multinacional, porque hay que reinvertir. Entonces uno se da cuenta lo que es el ajuste estructural, es cumplir con todas las condiciones de funcionamiento del capital multinacional. Y el capital multinacional de por sí no tiene poder político, solamente el Estado se lo puede prestar, por lo tanto necesita estas entidades estatales (la burocracia del FMI, Banco Mundial, el BID). Para imponer mundialmente sus condiciones de funcionamiento, necesita una política estatal de apoyo a la empresa multinacional, pues sin esta política estatal la empresa multinacional no podría funcionar, y con eso estas empresas se ganan la función de los sujetos verdaderos de la economía mundial y toda la problemática de la burocratización pasa ahora al sector privado. Las burocracias estatales son relativamente pequeñas en relación con las grandes burocracias multinacionales; burocracias públicas como el FMI, el Banco Mundial, el BID son insignificantes frente a las grandes burocracias privadas de las empresas multinacionales: IBM, Volskwagen, Toyota, etc. tienen gigantescas burocracias; la banca privada funciona burocráticamente, todas son burocracias privadas y siguen siendo burocráticas. El problema de la burocratización aparece ahora más bien en el interior de las burocracias privadas y el problema de la burocratización pública es más bien un caso especial de burocratización del mundo moderno. Es ridículo referirse a la burocratización y entenderla nada más en la entidad pública, si las grandes burocracias hoy son privadas y disponen de las burocracias públicas a su antojo.

-¿Hasta qué punto resulta viable, en perspectiva, que las decisiones políticas se manejen como meras cuestiones técnicas?

-Yo pienso que en el futuro tiene que volver a haber una política porque sino esto revienta, pero una política futura no puede ser de nuevo exclusivamente política de Estados Nacionales, si bien yo no creo que desaparece el Estado Nacional, ni mucho menos. Lo que tiene que haber son instancias políticas mundiales, principalmente en el plano económico, tiene que haber algo como un banco central mundial. A lo mejor el FMI puede transformarse en éste, tiene que transformarse, porque ahora no hace política, hace imposición de principios abstractos de apoyo a las burocracias privadas.

-¿Por dónde ve usted que puede venir un retorno hacia la política, si el vaciamiento de ésta aparece muy funcional para la implementación del modelo?

-Yo no me imagino sino por la necesidad de que este mundo que se crea es un mundo no gobernable, por eso hablan tanto de la gobernabilidad. Ellos están conscientes obviamente de la ingobernabilidad: con una población excluida, con una naturaleza que se destruye a paso de gigante, la gobernabilidad está en crisis. Ahora, ¡cómo puede haber un cambio para volver hacer política? Es difícil decirlo. No sé si haya desde abajo, desde el movimiento popular expresión suficiente para hacerlo. No se puede excluir esta posibilidad, como tampoco se puede excluir que desde los propios gobiernos lo puedan asumir porque se dan cuenta que se están destruyendo los fundamentos sobre los cuales están montados. Es un poco difícil saber lo que va a pasar en este tiempo, y los tiempos no son tan largos, yo creo que entre 10 o 20 años es el tiempo más largo en que pueda durar este estado de cosas, porque está destruyéndose el sistema.

-¿El hecho de que ahora se hable de "ajuste con rostro humano", por ejemplo, implica que se esté asumiendo la necesidad de cambios o es un juego de palabras?

-Yo no creo que de momento existan cambios, es el momento más bien en que se pone aceite a la máquina, porque eso tiene que avanzar. Yo creo que en la propia clase dominante, bien heterogénea como es, aparecen grietas. Yo no creo que sean tontos para no ver que están cortando la rama sobre la cual están sentados. Y la reflexión entra ahí. Uno no debe tampoco pensar que ahí no haya reflexión, hay reflexión en la clase dominante, no se nota pero hay cierto grado de reflexión, por eso estas respuestas, que son muy poca cosa, pero la reflexión avanza también por ahí, y avanza por la parte de los movimientos populares. La crisis de gobernabilidad puede transformarse en la crisis de todas las dimensiones de la vida, inclusive la económica.

-Pero la discusión oficial sobre gobernabilidad no va más allá de una discusión sobre la forma de administrar.

-Claro, es el criterio de la ultraderecha que piensa que lo que quiere ser gobernable tiene que ser administrando mucho mejor, pero detrás de ello hay un fondo que ni se anuncia. Por ejemplo, en los a'nos 70/80 se hablaba de la corrupción de la burocracia pública y esa corrupción sigue, pero hoy la preocupación por la corrupción es una preocupación por la burocracia privada que se corrompe, la empresa es corrupta pero en sus relaciones internas la empresa necesita funcionarios no corruptos. Igual que la burocracia pública, la burocracia privada también se corrompe, la corrupción de la burocracia privada tiene los mismos niveles que la burocracia pública. Es decir, la corrupción es un problema de la burocracia, no de la burocracia pública. Entonces la no gobernabilidad se transforma en lo que se llama la corrupción de la burocracia actual. La quieren enfrentar como un problema moral, ético, pero no les sirve. Esto más bien da cuenta de que ellos tienen problemas y estos problemas los tienen que reflexionar. Hasta el director del FMI recurre a argumentos teológicos; hace discursos teológicos porque se da cuenta que no tiene de donde regenerar esta moral básica que necesitan también las burocracias del mercado. Ellos acuden a cualquier cosa para lograr sustentar lo que llaman la "ética de la empresa", que es la ética de la burocracia privada que no la logran tampoco organizar.

-Entre los problemas globales mencionaba el de la exclusión. ¿Cómo construir sociedades donde quepan todos y todas?

-La organización de toda esta economía actual está alrededor de la empresa y la empresa funciona con la gente que tiene, pero si a esta gente no la necesita, la echa. La empresa no es responsable con la gente que echa, tampoco hay otra empresa que sea responsable. Si otra empresa necesita gente, la puede contratar, pero si no la necesita no la contrata. Entonces prácticamente la gente queda botada a su suerte y de alguna manera tiene que volver a integrarse a la sociedad, de ahí aparecen los sectores informales, la manera de sobrevivencia precaria, las migraciones, es decir todo tipo de problemática aparece a partir del éxodo. La empresa por tanto es un poder sin ciudadanos, trabajan en una empresa los no ciudadanos, en un Estado en cambio tú eres ciudadano y nadie te puede echar porque perteneces a un territorio, la empresa no tiene ciudadanos tiene contratos casuales. Frente a eso se necesita recuperar la ciudadanía, y la tiene que recuperar frente a las empresas, empresas que no se han sometido al criterio del ciudadano y en última instancia al criterio del ciudadano del mundo, no sólo de cualquier país. Considero que tiene que haber algo como carta de ciudadano del mundo y la empresa tiene que ser responsable frente al ciudadano del mundo y no darle patadas a la gente que no necesita. Esa manera de botar gente es insostenible y está marcando la crisis de gobernabilidad de estos estados. Creo también que para cualquier alternativa tiene que incluirse la insistencia de libertades individuales, de principios territoriales. Si se hace a partir del territorio es más sostenible, todos tienen territorios, todos están en el territorio, unos tienen muchos metros cuadrados, otros muy poco, pero están inmersos dentro del territorio.

Ahora se necesita un criterio territorial que garantice que yo tenga la posibilidad de vivir en el territorio donde estoy, la migración no es solo movilización, sino que pasó a ser un problema territorial. Yo tengo que hacer prevalecer el criterio territorial sobre el criterio Estado, pues del territorio mundo nadie puede ser echado. Entonces, una sociedad donde quepan todos tiene que tener una visión a partir del territorio en el cual los que viven en ese territorio tienen que poder vivir y tienen que volver a ser responsables territorialmente y no individualmente. La empresa tiene que adaptarse al territorio, tiene que hacer responsable al ser humano y a la vez ser responsable por éste. Estas empresas jamás van a aceptar que la crisis de la gobernabilidad es otra, ellos quieren solucionar por la pura imposición, por la fuerza, y ahí llaman a las iglesias para hacer el sermón y que vengan a solucionar el problema de los valores. Hoy se habla tanto de la falta de valores, pero la crisis de los valores es una crisis de todas las dimensiones de la vida humana, pero la quieren transformar en una simple crisis de los valores, como se ve en el último discurso de Clinton sobre el Estado de la Nación en donde habla solamente de la crisis de los valores, habla, por ejemplo, de la educación como la instancia de producir valores, como si la educación produjera valores como una fábrica de salchichas.

-Y con esta reducción del problema ganan espacio los fundamentalismos.

-Por supuesto. Hay fundamentalismo en todos lados, pero el más fundamentalista es Estados Unidos: fundamentalismo religioso, fundamentalismo neoliberal, fundamentalismo de todo tipo. No me cabe duda que Estados Unidos es la vanguardia del fundamentalismo.

-¿Cuál es su planteamiento frente a esta problemática de la crisis de valores?

-En definitiva es una discusión por el bien común. No se trata de producir valores, se trata de volver a reconstituir el bien común al nivel de derechos, lo cual presupone un nuevo sentido de la ética en relación con lo que han sido las enseñanzas de la tradición positivista. Hay que reflexionar sobre la crisis de valores en el contexto de las posibilidades de vivir de la gente, de las sociedades. En una situación donde casi la mitad de la población está excluida, marginada, tenemos que aprender a decirnos si queremos que esta mitad de la población tenga posibilidad de vivir. El llamado al bien común no es algo abstracto, es un llamado a algo que existe por reflexionar, por reforzar, por reconstituir, por constituir de nuevo, etc. Es la autorrealización como ser humano que vive en una identidad con otros seres humanos y con la naturaleza. No es sacrificarme por el otro, sino darme cuenta que no puedo realizarme como ser humano que soy sin realizarme junto con los otros y no contra ellos. (ALAI)