Dispositivo y dominación en el modelo panóptico
María Gracia Núñez Artola
mariaecheniqu90@hotmail.com
Introducción
En "¿Qué es un dispositivo?" Deleuze sostiene que se trata de un
conjunto multilineal y bi-dimensional, de una máquina para hacer ver y
para hacer hablar. Los dispositivos están compuestos por líneas de
visibilidad, enunciación, fuerza, subjetivación, ruptura, fisura,
fractura, etc., que al entrecruzarse y mezclarse tienen capacidad de
suscitar otras mediante variaciones de disposición.
Los dispositivos son regímenes definibles, con sus variaciones y
transformaciones, tanto en el caso de lo visible como en el de lo
enunciable. Presentan líneas de fuerza que atraviesan umbrales en
función de los cuales son estéticos, científicos, políticos, etc.
Cuando la fuerza en un dispositivo en lugar de entrar en relación
lineal con otra fuerza, se vuelve sobre sí misma y se afecta, no se
trata de saber ni de poder, sino de un proceso de individuación
relativo a grupos o personas que se sustrae a las relaciones de fuerzas
establecidas como saberes constituidos.
La teoría de los dispositivos desdeña los universales porque ellos no
explican nada, sino que obligan a explicarlos. Para Foucault el todo,
lo uno, el objeto, lo verdadero, el sujeto, no son universales sino
procesos singulares de totalización, unificación, objetivación,
verificación y subjetivación; todos procesos específicos de un
determinado dispositivo. En cada uno debemos distinguir las líneas del
pasado reciente y las líneas del futuro próximo, la parte del archivo y
la parte de lo actual, la parte de la historia y la parte del
acontecer, la parte de la analítica y la parte del diagnóstico.
Lo que Foucault llama actual o nuevo, es lo que Nietzsche denomina lo
intempestivo, lo inactual, ese acontecer que se bifurca con la
historia, un diagnóstico que toma el relevo del análisis por otros
caminos. (1990:160) Para Foucault las diferencias se encuentran
neutralizadas en el elemento general, material institucional y
económico del "libro": "Un libro, cualquiera que sea el número de
ejemplares o de ediciones, cualesquiera que sean las sustancias
diversas que puede emplear, es un lugar de equivalencia exacta para los
enunciados, es para ellos una instancia de repetición sin cambio de
identidad". (1995:172)
Los dispositivos tienen como característica apartarse de lo eterno para
aprehender lo nuevo. Deleuze sostiene que: "Lo nuevo no designa la
supuesta moda, sino que por el contrario se refiere a la creatividad
variable según los dispositivos: de conformidad con la interrogación
que comenzó a nacer en el siglo XX, ¿cómo es posible en el mundo la
producción de algo nuevo?" (1990:159)
¿La biblioteca como dispositivo de dominación?
A partir del relato de J. L. Borges, La Biblioteca de Babel, incluido
en El jardín de los senderos que se bifurcan (1942) y posteriormente en
Ficciones (1944), es posible encontrar la construcción de un laberinto,
el universo o la biblioteca.
La estructura del dispositivo universo/biblioteca, como máquina para
hacer ver y hablar, presenta líneas de visibilidad y enunciación, así
como, remite a un sistema de coexistencia pública cuya única
enunciación corresponde al narrador. El protagonista, situado en el
núcleo de la enunciación funda el discurso, es decir, determina lo
indeterminado cuando fundar es siempre fundar el lenguaje, o sea la
representación, cuyas implicancias simbólicas están aludidas en el
título mismo del relato.
La novedad del régimen de enunciación en este dispositivo comprende
enunciaciones contradictorias, porque lo que importa es la novedad del
régimen, y no la originalidad de la enunciación. Por ejemplo, el sujeto
se encuentra en un lugar fijo, en un espacio en el que el menor de los
movimientos es controlado y previsto, es siempre objeto de información
y nunca sujeto de comunicación. En el interior del edificio no se
aprecian interacciones humanas y el acto colectivo está absolutamente
anulado en beneficio de una colección de funcionamientos aislados.
La biblioteca tiene poder de amplificación, produce una realidad que
simboliza otra realidad cualquiera donde aparezca el poder en su
singularidad y su objetivo consista en el fortalecimiento de las
fuerzas institucionales y sociales, tales como difundir la instrucción,
mantener el nivel de la moral pública, crear y multiplicar esas líneas
de fuerzas.
Al tratarse de una multiplicidad de individuos a los que se les imponen
tareas y conductas puede utilizarse el esquema Panóptico; éste podría
ser aplicado a todo establecimiento donde, en los límites de un espacio
determinado es necesario mantener bajo vigilancia a cierto número de
individuos.
Si la biblioteca es entendida a modo de dispositivo de un mecanismo de
poder referido a su conformación ideal, su funcionamiento, puede ser
representado como un sistema arquitectónico y óptico; como una figura
de tecnología política que consigue avanzar más allá de su estatus de
ficción literaria. Escribe el narrador: "Una de las caras libres da a
un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera
y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes
minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades
fecales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva
hacia lo remoto."(1990: 89) La construcción hexagonal de la biblioteca
funciona específicamente como disciplinaria: actúa sobre los cuerpos,
restringe y distribuye los espacios, legisla sobre la fisiología y el
sueño; en este dispositivo, todo es vigilado y castigado en atención a
una jerarquía que es aparentemente difusa.
En el universo/biblioteca sin exterior, la individualidad y la
diferencia son conceptos subsumidos al poder omnímodo de la repetición.
De este modo, la organización que subyace es de carácter disciplinario:
el poder se ejerce usando instrumentos simples como la inspección
jerarquizada y la prescripción normalizadora.
El encierro en el que reside el funcionario promueve un estado
consciente y permanente de exposición que contribuye al funcionamiento
del mecanismo disciplinario. En La Biblioteca de Babel se cumple uno de
los efectos del Panóptico de Bentham: los individuos, los sujetos, los
bibliotecarios están expuestos a una situación de poder que ellos
mismos re-producen como activos representantes.
Tanto la biblioteca como el Panóptico cumplen su función de
laboratorios experimentales, constituyen macrodispositivos de
dominación, tratando de modificar comportamientos, encauzar y reeducar
conductas individuales. Cada hexágono implica un aparato disciplinario
exhaustivo, que se ocupa de todos los elementos exteriores al
individuo: regula el tiempo, el modo de vigilia y de sueño, la
actividad y el reposo, entra en dominio del sujeto cabalmente y
funciona como un "reformatorio" que perpetua una transposición del
poder diferente de la inhibición jurídica de la libertad. En estas
condiciones, la fuerza del poder reside en no intervenir nunca, en
ejercerse espontáneamente y en constituir un mecanismo de efectos
encadenados.
En el sistema correctivo, la soledad resulta un instrumento positivo de
rectificación, asegura la autorregulación de la pena: el aislamiento
garantiza que se ejerza -con el máximo de intensidad- un poder que no
será contrarrestado por ninguna influencia; el apartamiento es la
condición central para la obediencia completa. En términos de Foucault:
"El aislamiento asegura el coloquio a solas entre el detenido y el
poder que se ejerce sobre él". (1989: 240) En la biblioteca, Borges, a
pie de página afirma: "Antes, por cada tres hexágonos había un hombre.
El suicidio y las enfermedades pulmonares han destruido esa proporción.
Memoria de indecible melancolía: a veces he viajado muchas noches por
corredores y escaleras pulidas sin hallar un solo bibliotecario."
(1990:93)
El Panóptico ideado como dispositivo, implica unidades espaciales que
permiten ver y reconocer, e incluso disociar la pareja ver-ser visto.
En el anillo periférico se es totalmente visto, sin ver jamás; en la
torre central se ve todo sin ser jamás visto. El diagrama de la
disposición espacial es compartida por ambos edificios: demandan
control interno, articulado y detallado, y en este sentido, funcionan a
modo de máquina de control trabajando como lente sobre el
comportamiento de los individuos. Virilio, a propósito de los tiempos
actuales, sostiene que tras la mundialización, se está gestando el
fenómeno que Foucault había analizado para el siglo XVII: el gran
encierro y agrega:
Este gran encierro está hoy a la vista en la ausencia de un espacio
geográfico y de tiempo diferido para comunicar que constituían la
libertad misma del hombre. (...) En nuestro caso se encierra a las
personas en la rapidez y la vacuidad de todo desplazamiento. (1997:56)
El Panóptico apela a una mirada disciplinaria que afirma dos
exigencias: es bastante intrincada como para coordinar un sistema sin
recurso de continuidad, y es lo bastante discreta ya que no gravita con
un peso inerte sobre la actividad que disciplina. Foucault sostiene que
castigar es una función formalizada, como también curar, educar,
instruir, hacer trabajar, etc. La fórmula abstracta del panoptismo ya
no es, por tanto, "ver sin ser visto", sino imponer a una multiplicidad
indeterminada una conducta cualquiera. En el texto de Borges podemos
leer: "La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier
hexágono, cuya circunferencia es inaccesible" (1990:90)
En la biblioteca los funcionarios son inspectores al tiempo que se
encuentran vigilados. Afirma Foucault: "El ejercicio de la disciplina
supone un dispositivo que coacciona por el juego de la mirada; un
aparato en el que las técnicas que permiten ver inducen a efectos de
poder y donde, de rechazo, los medios de coerción hacen claramente
visibles aquellos sobre quienes se aplican." (1989:175). De este modo
el poder disciplinario se mantiene disperso y se eterniza, no tolera
zona de sombra y controla a quienes están encargados de controlarlo,
habilita una jerarquía mínimamente discreta desempeñándose de modo
continuo y en silencio. Respecto al régimen de visibilidad de la
biblioteca afirma el narrador: "La luz procede de unas frutas esféricas
que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono:
transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante". (1990:90)
En la biblioteca se cumple el primer principio de la acción
penitenciaria: la individuación coercitiva. Ésta sobreviene cuando se
produce la ruptura de toda relación que no esté controlada por el poder
u ordenada según la jerarquía. Se elaboran transformaciones sobre los
individuos, y en relación a ellas el aparato social-disciplinario
recurre a tres grandes esquemas: el esquema político-moral del
aislamiento individual y de la jerarquía, el modelo económico de la
fuerza aplicado a un espacio obligatorio y el modelo técnico-médico de
la curación y la normalización. En este sentido la biblioteca es
vigilancia y observación, seguridad y saber, individualización y
totalización, y simultáneamente un sistema de documentación.
El poder más que reprimir produce realidad, y mas que ideologizar, más
que abstraer u ocultar, produce verdad. El poder carece de esencia, es
operatorio; no es atributo sino relación: la relación de poder es el
conjunto de las relaciones de fuerzas, que pasa tanto por las fuerzas
dominadas como por las dominantes: las dos constituyen singularidades.
Foucault sostiene: "El poder inviste (a los dominados), pasa por ellos
y a través de ellos, se apoya en ellos, del mismo modo que ellos, en su
lucha contra él, se apoyan a su vez en las influencias que ejerce sobre
ellos." (Deleuze, 1991:54) Así es que en la biblioteca todo está
escrito y los bibliotecarios obligados a cuidar de los libros. Escribe
Borges:
La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma (...)
Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie
humana -la única- está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará:
iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de
volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta. (1990:99)
Diferencia y Repetición en el dispositivo
La verdad es la realización de las líneas que constituyen el
dispositivo, designa el conjunto de las producciones que se realizan en
el interior del mismo: se trata de verdades de enunciación, de verdades
de luz y de visibilidad, de verdades de fuerza y de verdades de
subjetivación.
La distribución sedentaria -el término es de Deleuze- de los
bibliotecarios, característica del pensamiento del mundo "clásico de la
representación", está sometida al principio de la autoridad del
principio de identidad: todo presente debe ser re-presentado; de esta
idea se desprende que lo desconocido sólo es un conocido aún no
conocido, que aprender es acordarse, encontrar es volver a encontrar,
salir es volver, etc.
Deleuze denuncia la confusión entre el "concepto de la diferencia" y
una "diferencia simplemente conceptual". La diferencia conceptual es
una diferencia en el centro de la identidad, mientras que el concepto
de diferencia permitiría pensar, no sólo la diferencia entre la
identidad y la no identidad. En este sentido, la diferencia más
auténtica no es la que se puede encontrar entre dos conceptos idénticos
sino "la que obliga al pensamiento a introducir diferencia en sus
identidades, particularidad de sus representaciones generales,
precisión en sus conceptos". (1982:202)
Generalmente se habla de repetición cuando nos encontramos ante
elementos idénticos que tienen absolutamente el mismo concepto; y de
estos elementos repetidos distinguimos al sujeto que se repite a través
de ellos, como el verdadero sujeto de la repetición. Este concepto de
repetición aparece en varios fragmentos del texto de Borges, pudiéndose
afirmar la existencia de una repetición nominal: "Todo: la historia
minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el
catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la
demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio
gnóstico de Basilídes, el comentario de ese evangelio, el comentario
del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la
versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada
libro en todos los libros". (1990:94) Claramente, la repetición tiene
carácter no diferencial, no se presenta a modo de selección, ni a modo
de actividad. Este es el primer sentido que tiene la repetición desde
el punto de vista de la representación: el de la repetición de lo
mismo. Si bien la repetición garantiza la permanencia de la biblioteca
y sus valores simbólicos, es la contradicción la que debe revelar la
naturaleza de su diferencia. Foucault, trató de mostrar en qué
consisten las diferencias y cómo es posible que algunos individuos, "en
el interior de una práctica discursiva, hablen de objetos diferentes,
tengan opiniones opuestas, hagan elecciones contradictorias... " (1995:
335)
A ojos de la representación, la repetición significa semejanza perfecta
o igualdad extrema que invoca, al mismo tiempo, la identidad del
concepto y la repetición para comprender la diferencia. De este modo es
reducida la diferencia al interior del concepto idéntico,
transformándose en diferencia conceptual.
Ese mundo de la representación que Foucault ha mostrado, se define por
cuatro dimensiones que lo coordinan: la identidad en el concepto, la
oposición en el predicado, la analogía en el juicio y la semejanza en
la percepción. Debe, entonces, dejarse de definir la repetición como el
retorno de lo mismo, como la reiteración de lo idéntico; la repetición
es la producción (en los dos sentidos de la palabra: dar existencia y
exhibir) de la diferencia. (Descombes, 1982:202)
Nietzsche considera a la diferencia como objeto de afirmación y de
placer: "Lo que ambiciona una voluntad es afirmar su diferencia, porque
en su relación esencial con la otra, una voluntad hace de su diferencia
objeto de afirmación". La perspectiva -el perspectivismo- de Nietzsche
supone una estrategia más profunda, porque la divergencia deja de ser
un principio de exclusión, la disyunción deja de ser un medio de
separación, lo incomposible es ahora un medio de comunicación. Explica
Deleuze que: "Con esta operación, son dos cosas o dos determinaciones
afirmadas por su diferencia, es decir no son objetos de afirmación
simultánea? sino en la medida en que su diferencia es también
afirmativa. Se trata de una distancia positiva de los diferentes: ya no
de identificar dos contrarios a lo mismo, sino de afirmar su distancia
como aquello que los remite uno a otro en tanto que diferentes".
(1988:179)
La fuerza que moviliza a los bibliotecarios es de carácter reactivo.
Escribe Borges: "Hace ya cuatro siglos que los hombres fatigan los
hexágonos... Hay buscadores oficiales, inquisidores. Yo los he visto en
el desempeño de su función: llegan siempre rendidos; hablan de una
escalera sin peldaños que casi los mató; hablan de galerías y de
escaleras con el bibliotecarios; alguna vez, toman el libro más cercano
y lo hojean, en busca de palabras infames. Visiblemente, nadie espera
descubrir nada". (1990:95)
Rasgos activos son: apropiarse, subyugar, dominar, crear; y, en este
sentido, apropiarse significa imponer y crear formas en relación a las
circunstancias. Siendo el poder de transformación la primera definición
de la actividad y el elemento genealógico de la fuerza, esta cuestión
en el discurso del bibliotecario no es enunciada. Para encontrar la
diferencia es necesario acudir al uso activo de la fuerza, no en
relación a una conciencia (la que es esencialmente reactiva). Se deduce
que la diferencia residirá entre dos cualidades de la fuerza: una
fuerza puede ser activa o reactiva. La fuerza reactiva no llega hasta
el final, queda "separada de sus posibilidades", no de negar, incluso
cuando aparenta afirmar y crear valores independientes. La fuerza
activa tiene que negar lo negativo para afirmar lo afirmativo. Foucault
afirma:
El diagnóstico así entendido no establece la comprobación de nuestra
identidad por el juego de las distinciones. Establece que somos
diferencia, que nuestra razón es la diferencia de los discursos,
nuestra historia la diferencia de los tiempos, nuestro yo la diferencia
de las máscaras. Que la diferencia, lejos de ser origen olvidado y
recubierto, es esa dispersión que somos y que hacemos (1995:223)
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